El espejo
En esta postura es el hombre el que posee el control de la acción. La mujer debe acostarse boca arriba levantando sus piernas y dejando que el hombre, que está arrodillado, las sostenga sobre su cuerpo. La cara de los amantes no pueden tocarse ni acariciarse y esto hace que deseen llegar cuanto antes al orgasmo para poder abrazarse. Esa misma excitación hace que ésta sea una posición muy placentera.
Regresar a Página Anterior